Más que un principio general de derecho, la proporcionalidad es un principio universal puesto que es la esencia del derecho latente en la vieja definición de Ulpiano («dar a cada uno lo suyo»), esto es, la búsqueda del equilibrio, la fiel correspondencia entre actuación y respuesta jurídica.
Pues bien, cuando se impugna una sanción, un reintegro de subvención u otro acto administrativo de gravamen, normalmente el abogado avispado tras verter en su demanda la artillería pesada contra el acto administrativo (ilegalidad, indefensión, incompetencia, etc) deja en la recámara y para el final la invocación del principio de proporcionalidad. Normalmente no tiene mucha confianza en su éxito pero no pierde nada.
Al fin y al cabo, es una apelación latente a la clemencia, a provocar un estremecimiento en el juez para que se ponga en lugar del recurrente y que pueda convencerle que los cañonazos sancionadores no pueden…
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