Pues resulta que no era transparencia, era apariencia. “Transapariencia” la llamamos en una ocasión (bueno, más de una). “Transparencia de cartón piedra”, suele decir Conchi Campos para referirse a lo mismo. No es la primera vez que somos críticos con este asunto. Un par de entradas muy leídas en este blog fueron “El paripé de la transparencia” y “10 razones para no implantar el Gobierno abierto”, y fuera del mismo el artículo “Control de la legalidad, pero sobre todo interiorización de la ética” (publicado en el blog de Levante EMV)-. Co-coordinamos y co-escribimos la Ordenanza de transparencia de la FEMP. Hasta publicamos el Libro Implantación Práctica de la Ley de Transparencia en los Ayuntamientos, que se vendió bastante, incluso, suponemos, se leyó. Pero no se implantó (implantar era el verbo) la transparencia.
El caso es que España NO es un país transparente. No. Vamos…
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