«Haces cálculos sobre tu muerte. Piensas en cuanto dinero tienes en el banco […] Cuánto le daría a Bra y cuánto a Valdi. La misma cantidad, he pensado en esa cantidad. He pensado también en dejarle un dinero a Mo, para que vuelva a España, y también he pensado en que, al final, ella tendría que hacerse cargo del entierro. Y saldar préstamos. Con esas cuentas me podría ir de este mundo […].
Cuánta hermosura habrá en ese dinero que he sido capaz de ganar, si sé regalárselo a ellos. Pensaba en qué harían Bra y Valdi con ese dinero y en cómo recordarían esa herencia cuando hubiesen pasado cuarenta años […].
Yo no heredé dinero a la muerte de Bach y Wagner […]. Si me hubieran dejado dinero, yo creo que habría transformado ese dinero en amor […], creo que iría todos los días a ese…
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