Algunas de las escenas iniciales de la película “Enemigo a las puertas” (2001) me parecen insuperables. Docenas de lanchas atestadas de soldados soviéticos intentan cruzar el rio Volga hacia la asediada Stalingrado. Desde el aire, aviones alemanes lo impiden ametrallando a placer. Un capitán en la barcaza ordena seguir adelante y cuando algún soldado se tira al agua para sobrevivir, el oficial le tirotea a bocajarro para intimidar a los restantes reclutas. Cuando llegan a tierra, otro mando da ordenes para disparar a quienes no quieran avanzar entre las balas. Difícil elección: morir a manos del jefe o del enemigo.
Muchos historiadores sostienen que sólo la maquinaria autoritaria de Stalin (¡ni un paso atrás!) pudo parar y derrotar la invasión del ignominioso ejercito de Hitler. En China han derrotado (o eso parece) al coronavirus con un modelo de gobernanza estricto. Ni opinión pública ni oposición política que valga…
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“”Cabe preguntarse cuánto despotismo esconde esa victoria” (régimenes autoritarios).
Ok.
También cabe preguntarse cuánta mentira esconden algunas democracias occidentales, cuanta estafa supone el “Estado de Derecho” (tan cacareado) de algunas democracias occidentales, cuando un partido político es condenado, PP, ya con sentencia firme a 300 años de cárcel, 300 años, y ha sido calificado por la Justicia como organización o banda criminal organizada para delinquir y todavía ese partido no ha sido ilegalizado.
¿Qué clase de democracia tiene España?
¿Qué clase de Estado de Derecho tiene España?
¿Qué clase de justicia tiene España?
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