Vuelve a apretar la canícula veraniega y con ella las ansiadas vacaciones del personal de las administraciones públicas que trabajan denodadamente en el servicio público al ciudadano.
Este segundo año de pandemia hemos aprendido a que la digitalización es nuestra amiga, el expediente electrónico también. Que en casa podemos rendir «a demanda» y que el teletrabajo que parecía efímero, ha venido para quedarse.
Sin embargo (siempre hay peros), no es suficiente:
1.- Existe personal de las administraciones públicas (poco realmente pero haberlos haylos) que creen que el teletrabajo es equivalente al derecho al descanso.
2.- Hay cargos públicos de turno que si no ven al trabajador público, suponen que están «holgazaneando».
3.- La VPN, nuestra amiga del 2020 ya no falla tanto (a ver si no fallaba y la culpa era nuestra…)
4.- El conflicto de los interinos, enquistado por culpa de los decisores del momento, es un problema que, enraizado en las administraciones públicas, se ha tornado en caldo de cultivo perfecto para crear un mal clima laboral. Hasta que no nos demos cuenta de que, con independencia de las soluciones que se les quieran dar, se han de perseguir a los culpables del desaguisado, no avanzaremos.
5.- El abuso de la libre designación como reconocimiento del «mérito obtenido» se ha pervertido tanto que me da la sensación de que últimamente solo se quieren en esos puestos ( y no siempre, pero si frecuentemente) a personas jóvenes que recién incorporadas a una administración pública, que se encuentren dispuestas a darlo todo (mañana, tarde, noches, fines de semana, vacaciones) para consolidar un determinado grado. Y además, me temo, que a veces, forzando de forma bastante torticera la normativa, permitiendo incorporar a personas ajenas a la administración pública actuante («traslados» de administraciones locales a autonómicas y estatales o viceversa), con poca rigurosidad y falta de tacto jurídico.
6.- El Estatuto Básico del Empleado Público se ha quedado corto. Y las legislaciones autonómicas o locales también. Se regula a golpe de instrucciones (en algunas administraciones públicas se abusa de este instrumento para regular horarios, permisos, licencias, etc), provocando que en cada entidad local, Comunidad Autónoma, administración estatal y sus correspondientes entes instrumentales, exista una pléyade diaspórica de disposiciones, que ocasiona que personal del mismo rango y nivel tenga unos derechos distintos según se trabaje para una u otra administración.
7.- Falta de personal. O mejor dicho, carencia de optimización de los recursos públicos existentes. No se convocan concursos de traslado con la frecuencia necesaria. Las Ofertas de Empleo Público aparecen con cuentagotas y para cubrir ni un 10% de las necesidades reales de personal. Y como eso sucede, se abusa de la contratación de personal interino (véase el punto 4 de este texto) o de los contratos en Entes Instrumentales, o mediante convocatorias express, o con poca seguridad jurídica, o en el peor de los casos, contratando a dedo (me temo) en las diferentes agencias administrativas o figuras afines existentes.
(continuará…)
Extraído y exprimido de la realidad. Expuesto y divulgado, como tiene que ser.
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