Hace casi tres años comenté en este blog episodios anteriores de la prolongada batalla que el señor Anatol Mătăsaru lleva librando en Moldavia contra, según sus denuncias, la corrupción rampante en dicho país. Así, él mismo fue víctima de abusos policiales y malos tratos según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH, asunto Mătăsaru y Saviţchi c. Moldavia, de 2 de noviembre de 2010); posteriormente, fue juzgado y condenado porque en 2013, el día festivo del cuerpo de fiscales en Moldavia, el señor Mătăsaru se personó frente al edificio de la Fiscalía General con el propósito de llamar la atención de la opinión pública sobre la corrupción y el control ejercido por la clase política sobre dicha Fiscalía. Para ello, a las 10 de la mañana, instaló dos grandes esculturas de madera en la escalinata que conduce a la sede de la Fiscalía General: una simbolizaba un pene…
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