Los juristas sabemos que la realidad es mas rica que la norma, y de hecho abogados, jueces y funcionarios frecuentemente trabajamos intentando resolver el encaje o exclusión de supuestos de hecho en las normas ( si se cumple o no el hecho imponible, el tipo infractor, la legalidad de la edificación,etc).
La norma intenta aprisionar la realidad y sus posibilidades con formulación lógica e imperativa, pero se mueve en los límites lingüísticos, y a veces su red de seguridad jurídica cuenta con agujeros negros por los que se cuelan situaciones que se resisten a la foto fija. A veces son lagunas regulatorias deliberadas, otras veces provocados por la pereza o error del legislador ( lo de «muchos cocineros arruinan el pastel» tiene sentido si nos percatamos de la masa de parlamentarios metiendo el cucharón con sus enmiendas y ocurrencias a los proyectos de ley).
Pero ahora desearía ocuparme del…
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